El regalo de Pepito

Había una vez un chico joven llamado Pepito que adoraba los juguetes. Como a todos los niños de su edad Pepito era un fanático de los juguetes y le encantaba jugar a todas horas por eso siempre estaba pendiente de las fiestas de cumpleaños y de los días de Navidad.

En su cumpleaños, sobre todo, Pepito estaba especialmente nervioso porque sus padres compraban sus regalos con mucha anterioridad y en esta ocasión, aun viendo que las fechas estaban muy próximas y su cumpleaños estaba a punto de llegar, sus padres no habían comprado nada porque estaban muy ocupados.

El mismo día de su cumpleaños el padre de Pepito llegó con los regalos y los escondió muy bien para que su hijo Pepito no lo encontrase.

Pero en esta ocasión el chico lo tenía todo muy planeado y su nerviosismo le había llevado a hacer todo lo posible para averiguar que le iban a regalar sus padres por anticipado.

Cuando sus padres se acostaron Pepito fue a mirar los regalos. Y para ello, cogió tres sillas que apiló una encima de la otra para poder llegar a su objetivo. 

Sin embargo, aunque Pepito llegó a alcanzar el regalo cuando quiso bajar de la silla se cayó y se fracturó una pierna.

Al día siguiente el joven y travieso Pepito despertó en el hospital, y así fue como aprendió, de mala manera, que es mucho mejor esperar a que las cosas lleguen cuando tienen que llegar y que no es bueno querer apresurar las cosas.