El gigante egoísta



Había una vez, en un lugar muy lejano, un hermoso jardín, cuyo dueño era un gigante malhumorado y egoísta. Los niños al salir de la escuela pasaban a ese jardín y disfrutaban jugar con todo lo que el ogro tenía ahí.

Pero un día el gigante llegó por sorpresa y vio a los niños jugando en su casa. Enojado, los corrió y con gritos les dijo que nunca más volvieran a jugar en su jardín.

Los niños, no teniendo de otra, acabaron por no volver a acercarse a la casa del ogro ni a su jardín. Y encontraron otro lugar para divertirse y jugar entre ellos. Pasados unos días, el Gigante comenzó a darse cuenta de que algo raro estaba pasando en su jardín.

Las plantas ya no florecían, el césped comenzaba a marchitarse, los árboles parecían secarse y el pequeño lago que había justo en el centro de su jardín se estaba quedando sin agua.

Después de pasar mucho tiempo pensando en que es lo que podría estar causando todo eso en su jardín, llegó a la conclusión de que los niños hacían florecer todo y mantenerlo con vida. De alguna manera, las risas y felicidad de los pequeños hacía que todo se mantuviera verde y frondoso.

Así fue como el gigante egoísta aprendió que esa actitud de no querer compartir nada, no le dejaba nada bueno. El mismo fue a la escuela de los niños y los invitó a volver a jugar a su jardín, diciendo que esta vez no se molestaría ni les diría nada.

Y al poco tiempo de volver los niños al jardín, todo volvió a florecer y el ogro que una vez fue egoísta, hoy disfrutaba compartir su jardín con los demás.

Cuento infantil: El gigante egoísta.
Autor: Oscar Wilde.
Cuentos infantiles.

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