El gran deseo de Luisa

Había una vez, un país lejano conocido como Tristonia. Una de las características de este reino es qué, debido a la pobreza de casi todos sus habitantes, siempre estaban tristes y cabizbajos.

No obstante, en la mente de todos existía una pizca de bondad, ya que al llegar la celebración de año nuevo, una poderosa hada emergía del fondo del mar para conceder un deseo al habitante con el mejor corazón de ese año. Pero la única regla que tenían era no poder pedir dinero ni riquezas.

A lo largo de todo el año, cada uno de los habitantes del pueblo hacia las mejores acciones que podía para ayudar a los demás, para así poder ser considerado cómo el afortunado para pedir el deseo.

Este año la decisión de la poderosa hada sería más difícil de lo normal pues todos los habitantes estaban haciendo sus mejores acciones, entre ellas Luisa, una humilde campesina que daba casi toda la comida que daban sus áridos campos para el resto de los habitantes del pueblo, quedándose únicamente para comer un pobre pedazo de pan.

Pasaron los días y la fecha por fin llego, era año nuevo, y como de costumbre, todos acudieron a la plaza del pueblo para poder ver al hada y saber quién sería el ganador del deseo de este año. El hada tardó un poco más de lo normal, pero al final llegó. Y tras pensarlo detenidamente durante un largo rato, decidió que el deseo sería para la joven Luisa ya que su corazón era inmenso y sus acciones lo comprobaban.

El deseo de Luisa fue algo que a todos los vecinos del pueblo conmovió, incluida el hada... ‘Quiero tener mucha más tierra para así poder sembrar más comida y compartirla con todos’ –Pidió Luisa como deseo. Ante este deseo, el hada decidió que no sólo se lo concedería, sino que además le daría otro deseo (Algo que nunca había sucedido).

Entonces Luisa, con los ojos llenos de lágrimas de felicidad, pidió que éste nuevo año que llegaba, todos los habitantes de Tristonia tuvieran suficiente comida y agua para poder vivir felices, con la condición de que nunca dejaran de hacer cosas buenas por el prójimo.

Y así fue como la bondad salida de corazón de Luisa fue gratamente recompensada. Desde ese día, todos en ese pequeño país viven en armonía y felicidad. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado...