La hilandera



Existió una vez un molinero muy pobre, que lo único que tenía en la vida era su hija, una niña muy bonita. Un día, el rey llamó al molinero por no haber pagado sus impuestos, el hombre, que no tenía nada de dinero, le dijo que su hija podía hacer hilo de oro con paja. Entonces el rey le dijo que la metiera en una habitación llena de paja, y advirtió que, si para la mañana toda esa paja no se convertía en oro, los castigaría.

La joven muchacha, no sabía hilar y mucho menos convertir la paja en oro. Aun así, se sentó frente a la rueca para intentarlo y fracasó. Más tarde, un hombrecillo muy extraño llegó y le preguntó la niña el porqué de su llanto. La niña le explicó lo que ocurría y el hombrecillo le dijo que a cambio de su collar el haría todo el trabajo. Ella muy emocionada accedió y aceptó el trato.

Al día siguiente toda la paja se había convertido en hilo de oro. Al llegar el rey, se dejó llevar por la codicia y metió a la chica en una habitación más grande y con más paja para que volviese a hacerlo.

Más noche regresó el hombrecillo, pero en esta ocasión le pidió a la niña su anillo de oro para hilar la paja. Y así fue por varias noches hasta que el rey, cegado por su avaricia, encerró a la muchacha en una torre y le dijo que si convertía toda esa paja se casaría con ella y se convertiría en reina.

Fue entonces cuando llegó de nuevo el hombrecillo, y al no tener nada más que ofrecerle, el hombrecillo le dijo que cuando se casase le tendría que dar su primer hijo. Después de pensarlo un rato, la muchacha aceptó ya que no tenía más opciones.

Al día siguiente estaba todo lleno de oro otra vez, por lo que el rey procedió a casarse con la muchacha. Un año después de la boda la reina tuvo a su primera hija. La reina había olvidado el trato que había hecho con el hombrecillo, hasta que de repente apareció y le dijo que tenía que darle lo que le prometió.

La reina le ofreció todo tipo de tesoros para poder quedarse con su hija, pero el hombrecillo no los aceptó. Fue entonces cuando la reina se puso a llorar y no le quedó más opción que entregar a su única hija, sintiendo que su corazón se partía en mil pedazos. El hombrecillo resultó ser un duende y la pequeña hija de la reina no se volvió a ver nunca más.

De esta manera, la reina aprendió la lección de no ofrecer nunca algo que no tiene por obtener un beneficio personal. Desde ese día la pequeña muchacha hilandera paso el resto de sus días viviendo triste y arrepentida.

Cuento infantil: La hilandera.
Autor: Cuentos cortos para niños.
Cuentos infantiles.

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