El soldadito de plomo

Hubo una vez, un juguetero que fabricó un ejército de soldaditos de plomo. Cada uno llevaba un fusil al hombro y una chaqueta roja, pantalones azules y un sombrero negro alto con una insignia en la frente. Al juguetero no le alcanzaba el plomo para el último soldadito y lo tuvo que dejar sin una pierna.

Finalmente, expuso los soldaditos en una vitrina de la tienda, y un hombre los compró para regalárselos a su hijo. Cuando el niño abrió la caja le llamó la atención el soldadito que tan sólo tenía una pierna. Le hizo un pequeño castillo de cartón y puso a su lado una bailarina de papel.

Cuando todos se fueron a dormir, los juguetes empezaron a divertirse y los únicos que no se movían eran el soldadito de plomo y la bailarina de papel. Lo único que podían hacer era mirarse el uno al otro. 

Al día siguiente, el niño fue a jugar con su soldadito de plomo y lo puso al borde de una ventana de forma que acabó cayendo a la calle.

La nana no dejaba que el niño bajase a buscar su soldadito porque estaba lloviendo, y el niño pensó que había perdido su juguete para siempre. 

Afuera había varios niños jugando bajo la lluvia y encontraron al soldadito de plomo. Le hicieron un barco de papel para que navegase por las calles, pero finalmente cayó en una alcantarilla.

El soldadito no sabía hasta donde iba ir a parar, cuando de repente, se encontró con el gato de la familia, el cual reconoció el juguete y lo llevó a casa con su amo. Más tarde, cuando el niño volvió de la escuela, pudo encontrarse de nuevo a su soldadito de plomo y se puso muy feliz.

Lo llevó de nuevo con sus otros juguetes y nuestro pequeño soldadito de plomo pudo volver a ver a su bailarina de papel, la cual estaba muy triste por pensar que no se volverían a ver. Desde entonces, el niño cuida mejor sus juguetes y pasa más tiempo con ellos dos.